Este proyecto artístico y esta campaña requerirán una escucha activa. La escucha es crucial en la creación de solidaridad. Para poder escuchar de verdad y dejarnos transformar por las voces compartidas, debemos permanecer abiertos a explorar nuestra propia capacidad de escucharnos a nosotros mismos. La escucha como presencia explora perspectivas no examinadas. Encontramos una voz compartida en el deseo de comprender. La escucha exige asistencia y un testimonio comprometido. Facilita una experiencia compartida entre el que escucha y el que habla, un abrazo glorioso. La escucha profunda abre y amplía nuestra participación, para extendernos al cambio de significados expresados. Cuando escuchamos profundamente, siempre estamos preparados para lo imprevisible, libres de expectativas, suposiciones o juicios. Cuando las personas se comparten con nosotros, dejamos espacio para que descubran quiénes son. Dejamos espacio para que exploren sus identidades. No somos fijos ni estamos estancados. Nuestras voces son la mezcla de realidades individuales y compartidas. Cuando escuchamos, debemos sumergirnos por completo en el sonido, el tono y la visión. La escucha profunda y radical es un estado intermedio, basado en la empatía, que nos transforma gracias a nuestra curiosidad y aceptación.

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